Esperar con esperanza
El Adviento es un tiempo para detenernos y mirar hacia dentro. Es una espera que nos prepara para recibir a Jesús. No se trata solo de decorar la casa o comprar regalos, sino de abrir el corazón.
“El Señor está cerca.” — Filipenses 4, 5
Esperar no siempre es fácil. A veces estamos cansados, tristes o distraídos. Pero Dios viene. Y quiere nacer en nuestra vida, justo como estamos.
¡Encender la luz!
Cada semana de Adviento encendemos una vela. Es un gesto sencillo, pero profundo. Nos recuerda que, aunque haya oscuridad, la luz de Dios siempre llega.
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.” — Isaías 9, 1
Podemos encender esa luz con gestos pequeños: una palabra amable, una oración, un abrazo, una llamada. Así preparamos el camino para el Señor.
¡Preparar el corazón!
No hace falta tener todo perfecto. Dios no busca casas impecables, sino corazones disponibles. Como María, como José, como los pastores.
“Preparen el camino del Señor.” — Marcos 1, 3
¿Qué puedo limpiar en mi interior?
¿Qué quiero ofrecerle a Jesús cuando llegue?
Tal vez mi cansancio, mi alegría, mi deseo de empezar de nuevo.

Oración final
Señor Jesús,
te esperamos con el corazón abierto.
Ven a nuestra vida, a nuestras familias,
a nuestras heridas y a nuestras alegrías.
Ayúdanos a preparar tu llegada
con gestos de amor y esperanza.
Que cada día de Adviento
sea una oportunidad para acercarnos a ti.
¡Ven, Señor Jesús!
Amén.
