La Pasión de Jesús constituye el eje central de nuestra fe cristiana, ya que, a través de su sufrimiento, muerte y resurrección, Jesús reconcilia a la humanidad con Dios, ofreciendo la redención y el camino hacia la Salvación. Este evento manifiesta el amor de Dios por todos nosotros, expresado en el Sacrificio Voluntario de su Hijo.
Desde el inicio, en el huerto de Getsemaní, Jesús muestra una profunda entrega al plan divino. En Mateo 26,39, ora diciendo: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras». Estas palabras revelan su disposición en aceptar el sufrimiento por la salvación de los demás.
Durante su juicio y camino hacia el Calvario, Jesús soporta burlas, flagelaciones y la cruz, cumpliendo la profecía de Isaías 53,5: «Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo por nuestra paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos sanados». Este sufrimiento inhumano, tiene un propósito redentor.
En la cruz, Jesús exclama en Lucas 23,34: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», demostrando amor y misericordia hacia quienes lo condenaron. Finalmente, al entregar su espíritu, proclama en Juan 19,30: «Todo está cumplido», marcando la consumación de la Obra de Salvación.
La Pasión de Jesús no es sólo un relato histórico, sino una invitación para vivir en Amor, Fe y Esperanza, siguiendo el ejemplo de sacrificio y misericordia hacia toda la humanidad.
Claudia Roxana Cortés Lugo, Maestra IPB-SCA