Día con día, nos enfrentamos ante el misterio de la vida y de la muerte; pero, si hablamos con mayor profundidad, es sobre todo el misterio de la muerte ante la ¡Verdadera Vida! 

En efecto, en la celebración de la Eucaristía por los difuntos, el Prefacio I proclama: 

«Para los que creemos en Ti, Señor, la vida no se acaba, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». 

La revelación de nuestra futura «resurrección» es un dato de la fe cristiana; pero se trata de una verdad que Dios quiso ir revelando paulatinamente en las Escrituras Sagradas: revelación comenzada en el Antiguo Testamento y llevada a su plenitud en el Nuevo, sobre todo con la resurrección misma de Cristo, nuestro Señor. 

El objeto de estas páginas es seguir, paso a paso la revelación progresiva de la gran verdad de «nuestra victoria sobre la muerte».